EL 96% DE LOS CONSUMIDORES CREE QUE MÓVILES Y ORDENADORES DEBERÍAN DURAR MÁS Y REPARARSE CON FACILIDAD

Casi la totalidad de los ciudadanos -96%- consideran que los móviles, ordenadores y otros aparatos electrónicos deberían poder repararse con más facilidad y no estropearse tan pronto, según señala una encuesta encargada por la Asociación de Consumidores de Navarra Irache.

La poca durabilidad de estos artículos hace que muchos consumidores se vean casi obligados a comprar un aparato nuevo ante la imposibilidad de reparar, actualizar o comprar accesorios para productos que compraron hace unos pocos años.

No existe cargador para mi móvil

En algunos casos, el consumidor ha ido al comercio donde compró el móvil y ha pedido un cargador porque ha perdido el que tenía. En la tienda le han dicho que para ese modelo no quedan ya existencias, pese a que en ocasiones solo han pasado dos o tres años. Han sucedido casos similares con soportes para tabletas o protectores de pantalla, por ejemplo.

Los comercios señalan que no cuentan con el accesorio. Además, en ocasiones explican al consumidor que éste prácticamente no se comercializa. Le indican igualmente que, si hay suerte, quizá lo pueda encontrar en páginas de compraventa entre particulares o en páginas alojadas en terceros países. Si no da con él, tendrá que comprar otro teléfono.

Sistemas operativos que hacen que los móviles queden sin espacio

Algunas marcas de móviles o aparatos electrónicos van sacando al mercado nuevos sistemas operativos que ofrecen más y mejores servicios pero que ocupan más espacio. Además, en ocasiones es necesario instalar estos sistemas para poder acceder a las aplicaciones o programas más habituales.

De esta manera, en aparatos comprados solo unos años atrás, con un espacio menor a los últimos modelos, no hay cabida para estos sistemas operativos, que se hacen necesarios. Así les ha pasado a varios consumidores que han acudido a Irache y que han visto cómo su terminal, adquirido hace solo unos años, ya no es válido para escribir y recibir mensajes o entrar en alguna red social. Por ello, en la mayor parte de los casos se han visto obligados a comprar un modelo nuevo.

Reparaciones con un coste desproporcionado

También hay muchos problemas para realizar reparaciones a móviles, tabletas u otros aparatos. Así, un caso repetido es el del consumidor al que se le fastidió la cámara de su teléfono móvil. Lo llevó a la tienda en la que lo había comprado para que lo repararan. Sin embargo, le explicaron que esa tarjeta gráfica ya no se vendía y que repararla podía superar los 150 euros. Ante esa tesitura, el cliente opta por comprarse un nuevo terminal. También se dan problemas de reparación en electrodomésticos del hogar cuando, pasados unos años, al consumidor la reparación le sale muy cara o cuesta encontrar una pieza concreta de recambio.

Se dan igualmente bastantes quejas por parte de propietarios de móviles que ven cómo progresivamente la batería se va desgastando, va ofreciendo menos tiempo de uso y en apenas unos meses ha quedado inutilizada.

Decisiones deliberadas de las empresas

Algunos expertos señalan que la disminución de la vida útil de los aparatos, que obliga al consumidor a comprar otro modelo nuevo en unos pocos años, se debe más a decisiones corporativas deliberadas para aumentar el ritmo de compra y consumo que a imposibilidades técnicas, sobre todo por parte de empresas con recursos económicos suficientes. Es la llamada obsolescencia programada.

Irache considera que debería combatirse esta práctica con firmeza. Además de suponer un fraude y un sobrecoste para el consumidor, también tiene un importante coste medioambiental. Al ritmo actual de consumo, algunas voces dicen que en 2030 la humanidad consumirá el doble de recursos naturales que el planeta puede producir.

Irache propone medidas para controlar la obsolescencia programada

Entre otras propuestas para acabar con estas prácticas, podrían estar:

●       Controlar que en los procesos de elaboración y comercialización no se implementan deliberadamente medidas para acortar la vida útil de los productos o para imposibilitar su reparación.

●       Que el fabricante tenga que informar en el etiquetado del tiempo de duración del producto, sus posibilidades de reparación y las excepciones.

●       Ampliar el plazo de garantía de los productos hasta su vida útil y que sea la empresa quien tenga que demostrar que ha habido mal uso del aparato o se debe a un desgaste normal.

●       Controlar que los servicios técnicos oficiales cobran el coste real de la reparación y no obstaculizan el trabajo de talleres independientes.

●       Vigilar que se cumple la normativa estatal sobre repuestos, que obliga a tener piezas de recambio hasta diez años después de que el producto se deja de fabricar.

La Unión Europea pretende combatirla

En la Unión Europea, dentro de la estrategia de economía circular, ya se está trabajando en el derecho a reparar, que pretende promover la reparación de artículos averiados frente a la sustitución o compra de otros nuevos. Por su parte, algunos países ya han introducido sus propias leyes contra la obsolescencia programada. Por ejemplo, Francia ha obligado a los fabricantes a añadir una «puntuación de reparabilidad» a sus productos; en Austria un programa gubernamental cubre la mitad del coste de las reparaciones; y Suecia aplica beneficios fiscales a la reparación.

En España, como ya se ha indicado, los fabricantes tienen que ofrecer piezas de recambio de sus productos hasta pasados diez años desde que este deje de producirse y no se puede incrementar los precios de estos repuestos al aplicarlos en las reparaciones. Por otro lado, en esta última modificación de la ley de consumidores también se extendió la garantía de los bienes de consumo de dos a tres años desde la venta.