Julen tenía un servicio de mantenimiento de caldera con su compañía de gas. En una de las revisiones anuales, el técnico rompió el intercambiador, lo que provocó una fuga de agua que dañó otros componentes de la caldera. Tras comunicar el incidente en una semana acudió otro técnico y cambió el transformador. Como no se solucionó el problema, se le pasó un presupuesto de sustitución de la caldera por 1.450 euros. Debido a esta situación, el consumidor y su familia estuvieron más de un mes sin agua caliente en casa en pleno invierno.
Acudió a Irache, desde donde se reclamó una indemnización, dado que había sido la mala praxis de los técnicos la que obligó a un cambio de caldera, que funcionaba bien antes de la intervención. Tras una reclamación infructuosa, un laudo obligó a la suministradora a costear la mitad de la nueva caldera y a devolver el coste del servicio de mantenimiento que, obviamente, no había cumplido su función, lo que sumó un abono de 860 euros.
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